El último latido
La algarabía reinaba en el recinto. Los comensales de la fiesta se dispersaban ordenadamente por el salón. La Muerte los miraba de reojo. Ninguno siquiera sospechaba de tal maligna presencia, o eso ella creía. No la podían ver y no la podían sentir, esto era seguro. Ella se paseaba entre ellos. Sigilosa. Atenta. Expectante. Uno …