Es importante que se encuentre vivo. Caso contrario, no lo intente porque de todas formas no lo logrará. Para verificar su existencia intente respirar; si puede, está vivo; si no, sería en vano continuar leyendo estas instrucciones ya que, al fin de cuentas, ni podría respirar ni podría leer.
Ahora, suponiendo que está vivo y quiere intentar respirar para corroborar lo primero y no sabe cómo hacer lo segundo, estas instrucciones son las indicadas para usted.
Para empezar, le voy a hacer una breve introducción sobre el oxígeno antes de que se me muera. No voy a entrar en demasiados detalles teniendo en cuenta su desesperante situación. No soy de esos que dan vueltas y vueltas al asunto y nunca llegan a ningún lado. A mí me gusta ir al grano. A los bifes, hablando en criollo. Esas personas que giran y giran sobre un tema y al final te das cuenta de que todavía no dijeron nada, me sacan de mis cabales. No piense que soy de odiar a la gente así porque sí. Me considero un pacifista de la vieja usanza. De los que quedan pocos en el mundo, pero hay que saber diferenciar entre un charlatán y uno que sabe. El que sabe te canta la justa. Te dice las cosas como son. Así, sin más rodeos. En cambio, el charlatán, intenta llenar el espacio, ya sea si está dando un discurso con un léxico elocuente o si está escribiendo, con un glosario que luzca bonito a los ojos.
Viendo que ya se me está poniendo colorado, le paso a explicar dichas instrucciones para que pueda respirar.
Como le decía, lo que tiene que lograr, su objetivo número uno, es que el oxígeno que está en el aire entre en sus pulmones. Noto por sus ojos saltones que no tiene la menor idea, por no decir otra cosa, de lo que es el oxígeno. El oxígeno, señor, es lo que lo mantiene vivo a usted y a mí, y por supuesto, al resto de los seres humanos y, por qué no, también a algunas especies del reino animal, como el ñandú, por ejemplo. Está compuesto por dos átomos de oxígeno, y que valga la redundancia, porque si se tienen tres átomos de oxígeno, ahí ya no le sirve, ¿ve?, porque eso sería ozono.
Veo en sus lágrimas la emoción que le infunden mis palabras, eso me llena de orgullo, señor, y le continúo.
Para poder captar esos dos átomos de oxígeno que forman el oxígeno, usted se va a valer de su nariz, más precisamente, de sus fosas nasales que son esos dos agujeritos que tiene en el medio de la cara. Ojo de no confundirse los dos agujeritos de las fosas nasales con los dos agujeritos de los ojos. Los ojos están más arriba, casi a la altura de la frente y eso que se está agarrando, señor, es su garganta y tampoco le sirve para esto. Y por favor levántese del piso y déjese de hacer el payaso así puedo continuar.
Ahora sí viene lo bueno. Con esos dos agujeritos lo que tiene que hacer es aspirar para dentro como si estuviese chupando pero con la nariz. Tampoco es cuestión de andar cazando el oxígeno con sus fosas nasales como si estaría cazando mariposas. Es importante que aspire para adentro y no para afuera, porque lo segundo se llama exhalar y tampoco le sirve para empezar. Eso sería el segundo paso de la respiración, pero no se me adelante, no sea ansioso. Parece un chico.
Bueno, ahora lo quiero ver haciendo esto. A ver cómo me aspira el aire. Bien, bien. Va queriendo la cosa.
Lo siguiente que hará será largar ese aire que anteriormente aspiró así me completa el ciclo de la respiración.
Este ejercicio me lo repite continuadamente durante todo el día, y no sólo por hoy, no sea vago, sino por el resto de sus días que le quedan por vivir.
Ahora que ya tiene un poco más de color en su rostro le cuento que también puede realizar este ejercicio, pero por la boca con los mismos resultados que por las fosas nasales. No se lo quise decir antes para no abrumarlo con tanta información.
Tranquilo hombre, que hay oxígeno para todos por un buen rato. Respire despacio que se me va a hiperventilar.
Este cuento pertenece al libro El momento RANDOM, publicado en el año 2021.
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Pila Gonzalez
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