Pucha Hong Kong que sos raro. Con todos tus contrastes. Tus megas construcciones, tus rascacielos sobresalientes. Tus parques pulmones. Tu locura organizada. Tu consumismo frenético. Tu tradición imperante. Tu religión indefinida.
Si me preguntaran no sabría cómo definirte, si como un adolescente descarriado, hijo de padres separados, que quiere continuamente llamar la atención, o como un viejo rico que en el pasado le metió los cuernos a su mujer y ahora quiere volver otra vez con ella, pero ésta no lo deja regresar del todo porque todavía está dolida. Y sin embargo te da una nueva oportunidad. Pero sólo porque te convertiste en rico mientras estabas con la otra.
Sos raro Hong Kong. Ni para bien ni para mal. Simplemente raro. Mucha humedad hay en tus calles, más de la que un ser humano es capaz de soportar. Al igual que en tus entrañas habitan personas de todas partes del mundo. Sos hospitalario y estás preparado para ello.
También sabemos bien de tu egolatría. Con lo poco que te conozco ya me di cuenta de que querés destacarte del resto. No te querés parecer a tu hermanastro rebelde Taiwán, ni a tu primo lejano Singapur. Querés ser mejor que ellos. Te comparás continuamente con Shanghai y Beijing, porque querés volver a ser parte de ese gigante al que un día perteneciste, y a la vez querés ser tú mismo ese gigante.
Aunque parezca que lo tenés todo controlado, hay detalles importantes que se te escapan de las manos. Por ejemplo, no te sabes definir todavía, si sos derecho o zurdo, si vas por la vereda del capitalismo que tanto te gusta o por el lado del comunismo que tanto te tienta. Te gusta el dinero pero a la vez no querés perder la tradición y en ese afán de renovación constante te encanta jugar con los sistemas.
Pucha que sos raro Hong Kong. Pero sos lindo. Interesante a los ojos. Cautivante de una manera extraña. Será por estos tantos contrastes de lo que hablamos o será que tenés una mística particular. No lo sé. Pero me agarraste. Pensé que no me ibas a gustar, que sólo eras un país de paso, pero me equivoqué. Y vaya si me equivoqué. Sos más que eso. Caro, eso sí, muy caro para un presupuesto de mochilero. Pero apreciable. Y aunque muchas veces los viajeros como nosotros no solemos darte la oportunidad que merecés, estás haciendo todo lo posible para ello.
Porque, decime una cosa, ¿no te cansaste de tantos empresarios y hombres de negocio? ¿De sus Ferraris aparcadas en la puerta de los hoteles de lujo? ¿De los Mercedes y BMW deambulando perdidos por tus calles? ¿De tantos trajes y oficinas? ¿No somos más divertidos nosotros, los viajeros con una mochila en la espalda y muchas ganas de descubrirte de verdad? ¿De caminarte con esperanzas? ¿De sentirte? ¿De apreciarte y de disfrutarte? ¿De retratarte tal cual sos en tu esencia? Somos nosotros los que estamos dispuestos a sacrificarnos por estar contigo, comiendo sólo noodles y hamburguesas de McDonald’s. No estamos obligados a ello y sin embargo lo hacemos y te aceptamos como sos, o como te gustaría ser.
…No sé. Pensálo.
Pila Gonzalez
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