La cagada que me costó una coima

police, police officers, police check-2075138.jpg

¿Alguna vez les pasó que tuvieron que pagar una coima por una cagada, literal? Bueno, a mí sí.

Eran las cinco de la mañana y estaba sentado en una combi viajando desde Malasia hasta Tailandia. No sé si fueron los nervios de pisar un nuevo país, la Coca Cola con papás fritas que había comido de desayuno, los jugos frutales exprimidos que había tomado en los puestos callejeros de Penang la noche anterior o la comida picante de los restaurantes indios-malayos, pero la cuestión fue que a los diez minutos de viaje hacia la frontera siento un fuerte revoltijo en mi panza. Algo en mi interior quería salir y lo quería hacer en ese momento. No estaba dispuesto a esperar. Un incómodo sentimiento inundó mi cuerpo.

Me hago encima, le dije a Laura, mi ex novia, con el último esfuerzo que tenía para pronunciar palabras.

Ella me miró, fijo, con los ojos muy abiertos. Sin dudarlo un instante le pidió por favor al conductor que frenara urgente. El chófer, con muy poco inglés, le explicó que estábamos cruzando un puente y que no había sitio donde parar. Laura le imploró, le rogó, le suplicó explicándole que era inminente frenar porque su novio, o sea yo, se cagaba encima arriba la camioneta ante la atenta mirada de las más de veinte personas que viajaban junto a nosotros. El conductor notó la desesperación en la voz de Laura y, ni bien tuvo la oportunidad, frenó en una estación de servicio sobre la autopista. Yo bajé corriendo, empujando a todos en mi marcha. Apretando los glúteos. Frunciendo y desplazándome como una Geisha en apuros. Cuando llegué al bendito baño, evacué todo eso que me estaba molestando. Fue un gran alivio. Una sensación única e irrepetible.

Después de cuarenta y cinco minutos, y un certero manguerazo, ya que no había, como era de esperar, papel, solo una manguera colgando al lado del inodoro, volví con una sonrisa de oreja a oreja.

Continuamos hacia la frontera. Las personas que viajaban con nosotros me miraban con una mezcla de compasión y temor. Retomamos la autopista y un patrullero nos hizo seña de parar. El conductor frenó y se bajó porque los policías le ordenaron que haga eso. Se puso a hablar con el oficial a cargo. Hacía ademanes ampulosos con los brazos, nos señalaba, se agarraba la cabeza. De pronto volvió con cara de enojado. Abrió la puerta y sin ningún pudor me gritó directo a la cara:

— “¡Estaba prohibido frenar en la estación de servicio y ahora la policía me está pidiendo una coima! ¡Tu cagada me va a costar muy caro!”

Este cuento pertenece al libro El momento RANDOM, publicado en el año 2021.

El momento Random

Mis otros libros

La soledad del alma

Pila Gonzalez

Creador de contenidos
Me gusta lo simple. Juntarme a comer y tener una buena charla con mis amigos, salir a correr, sentarme a leer en un parque, escribir en cuadernos, recorrer lugares caminando. Enamorado de los Balcanes, me autodenomino un catador de cafeterías por el mundo.
Más sobre mí

Otros textos que te pueden interesar

crosses, clouds, faith-2713356.jpg

Cristo es la respuesta

Cristo es la respuesta, reza el eslogan de una de esas iglesias de la Nueva Era ubicada en una avenida de mi ciudad. Así, sin más. Con letras corpóreas negras vistosas sobre fondo pastel. Pero esa aparente y simple frase en la fachada, de una vieja casa devenida en templo...

Leer más
parking space, man, city-1487891.jpg

Récord

La tarde se escondía tras los morros para darle paso a la noche. Yo intentaba dominar mi preocupación con respiraciones largas y profundas. El tiempo se me terminaba. Mi récord corría peligro. La sangre continuaba derramándose como nunca. Yo seguía sin poder retirar el cuchillo del abdomen de mi cuarta...

Leer más
girl, balloons, child-1357485.jpg

Instrucciones para ser feliz

Abra bien grande los ojos…   Agudice sus oídos…   Intensifique su olfato…   Sienta con más detalle los sabores en su boca…   Perciba las sensaciones de su cuerpo…   Responda a la siguiente pregunta: ¿está vivo/a?…   Sonría…   ¡Felicitaciones, ya es feliz! Este poema pertenece al libro...

Leer más
soul, man, person-623424.jpg

Remorir

Lo último que hizo antes de morir fue largar un profundo y contenido suspiro. La bala se le había incrustado en el pecho y un calor agradable le llegaba hasta la garganta. Él suponía que le habían dado justo en el corazón. Dejó caer su cabeza al piso y esperó...

Leer más
coffee, pen, notebook-2306471.jpg

Oda a la hoja en blanco

Me mira desafiante. Impoluta. Altanera.   Me busca y me encuentra Sabe, conoce de mañas.   No tiene miedos. Yo si. Igual la desgarro.   Palabras huérfanas. —Perras negras—. Manchas en el papel.   ¿Por qué tal cosa? Ni yo lo sé. Solo me expreso como puedo.   Amaso el...

Leer más

Oda al Fernet

Oh! Aliado de mis noches, compañero de aventuras. Tú conoces mis reproches y conoces mis locuras.   Oh! Manjar de la esperanza, traicionero de memorias, confesarte mis andanzas, serte fiel con las victorias.   Oh! Delicia de los bares de esos viernes sin secretos, complaciendo paladares y un sabor casi...

Leer más

Don Pedrín es mi pueblo

Rincón donde se inspiran los poetas, cantina donde el tiempo se detiene, bodega donde el teatro se entretiene, espacio de nostalgias y profetas.   Parador de escritores y viajantes, refugio de bohemios y extranjeros, residencia de tanos y tangueros, escondite de actores y de amantes.   Su comida, el servicio,...

Leer más
bed, sleeping, woman-1836316.jpg

Mi cuerpo

Me desperté muy temprano en la madrugada. Todavía estaba oscuro. Afuera llovía muy fuerte y las gotas golpeaban la ventana de manera violenta. Algo se sentía diferente. Me sentía muy cansado. Liviano. Al mirar sobre mi cama lo pude comprobar. Es que mi cuerpo seguía ahí.   Este cuento pertenece...

Leer más

¿Conectamos?

pilag6@gmail.com

Berlín, Alemania

    Dejá un comentario

    Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

    A %d blogueros les gusta esto: