Cristo es la respuesta, reza el eslogan de una de esas iglesias de la Nueva Era ubicada en una avenida de mi ciudad. Así, sin más. Con letras corpóreas negras vistosas sobre fondo pastel. Pero esa aparente y simple frase en la fachada, de una vieja casa devenida en templo del Señor, encierra mucho más de lo que dice.
Yo pasé corriendo hace un tiempo por la calle, cuando todavía vivía en Argentina y la vi. Se me vino encima. Me atrajo hacia ella por unos segundos. Sin detener el ritmo seguí y a los pocos metros me imaginé la siguiente charla:
—Me siento triste porque no consigo trabajo.
—No se preocupe, Doña Norma, déjeme el diez por ciento y le doy la solución a todos tus problemas.
—¿Cómo dice Pastor?
—Quiero decir que en “Cristo es la Respuesta” va a poder encontrar una luz de esperanza al final del túnel sombrío y lúgubre en el que se encuentra su alma.
—Ay, pero que bueno que es usted señor pastor. Acá tiene. ¿Me alcanza con esto?
—A ver… eeehhh… Si, por ahora le alcanza. Después vemos.
—Gracias señor pastor. ¿Y ahora qué tengo que hacer?
—Nada. Pase. Siéntese allá. Escúcheme un rato. Cante las canciones que están en ese libro y verá como hallará la solución a todos sus males.
—¿Así de simple es esto señor pastor?
—Así de simple, doña Norma. Y no se olvide nunca que Cristo es la respuesta.
—Ah, mire usted. Pero… entonces si ya tengo la respuesta a todos mis males, ¿para qué me tengo que quedar a escuchar su sermón? ¿Y para qué tendría que seguir viniendo?
—…
Cristo es la solución, hermanos. La solución a todos los males que nos aquejan.
¿Estás enfermo? Cristo es la respuesta.
¿Estás endeudado? Cristo es la respuesta.
¿Queréis conseguir trabajo? Cristo es la respuesta.
Si yo fuera el gerente de marketing de esa iglesia pondría un eslogan más largo. Pondría algo así como: Cristo es la respuesta a cualquier pregunta que nos formulemos. Ese sería el título completo para atraer más fieles y, por ende, recaudar más fondos divinos.
Pero el negocio no funciona de esta manera con las masas sino con un grupo reducido de desesperados por encontrarle sentido a su existencia. Si se hace muy popular se corre el riesgo de descubrir el engaño. Son esos pobres infelices, como doña Norma, los que caen en las redes de estas organizaciones de culto religioso. Que se aprovechan de las debilidades mentales de discernimiento de hombres, mujeres y niños desesperados por alcanzar la salvación terrenal. Eso sí, a costa de un diezmo que se deposita antes de entrar al recinto. No vaya a ser cosa que ese Dios no vea el noble y desinteresado gesto y los condene al ostracismo infernal.
Series y Películas que recomiendo
El Reino
Tras el asesinato de su compañero de fórmula, un controvertido predicador evangelista se convierte en candidato a la presidencia argentina. Pero no es tan piadoso como parece. Un thriller político que, probablemente, sea la producción más ambiciosa de Netflix en Argentina hasta el momento, con un reparto encabezado por Diego Peretti, Mercedes Morán, Nancy Dupláa, Joaquín Furriel y Chino Darín.
Clero
Vinculados por la tragedia y el tiempo, tres sacerdotes católicos imperfectos se lanzan hacia una prueba de fe mientras viven sus vidas más como pecadores que como santos. Una de las mejores películas polacas que vi. Se puede encontrar también en Netflix. Una película que desató muchas controversias porque muestra de primera mano la mafia y el poder que tiene la religión católica en Polonia.
También recomiendo este articulo de Time Out Mexico: 20 películas incómodas para las religiones.
Pila Gonzalez
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