La niña de rojo

girl, fairy tale, red riding hood-1510324.jpg

Todos conocen la historia. Nadie es ajeno. Crecimos con ella. Nos educaron con este relato. Buscábamos moralejas y enseñanzas para la vida detrás de cada oración. Fuimos plenos conscientes de los infortunios de la Caperucita Roja y de las argucias del malvado Lobo. Ay, pobre niña, pensábamos. Nos enseñaban a pensar así. Elegían las ideas que debíamos tener. Nos manejaban. Nos moldeaban a sus gustos. Querían que fuéramos como ellos. Que siguiéramos sus pasos. Nos leían las historias que ellos querían que escucháramos. Éramos lectores autómatas. Pasivos. Infelices. No discerníamos. No razonábamos. No discutíamos. No dudábamos. Éramos jóvenes e inmaduros.

Fuimos creciendo en la mentira. No teníamos armas. Confiábamos en sus criterios. En sus palabras. Nos contaban cómo fue engañada esta pobre inocente niñita descaradamente por este vil animal y tomábamos partido. Ellos decían de qué lado teníamos que estar porque eran ellos los que manejaban los hechos.

Bueno. Es hora de despertar, mis amigos. De sacarnos la venda de los ojos. De conocer la verdad. De quitarles las caretas a este tipo de cuentos y de terminar para siempre con este engaño. Ha llegado el día en que todos conozcan la verdadera historia. Sí. Porque hay otra. Esa que nos fue escondida. Esa que nos fue negada. Que nos fue robada. Aquí y ahora me propongo a contarles lo que realmente ocurrió entre la Caperucita Roja y el Lobo. En Dios me confío. Y que la fuerza esté conmigo.

 

Érase una vez un viejo Lobo que vivía en un bosque a las afueras de un pueblo escondido entre montañas. Una tarde, cansado de tanto dormir, salió de su cueva en busca de alimentos. Estaba muy hambriento. Hacía semanas que no probaba bocado. Ya no tenía la habilidad de cazar como en su juventud y los pocos restos que encontraba no eran suficientes. Anduvo un rato largo recorriendo sin tener suerte. Nada. Ningún animal. Ninguna carroña. Sólo plantas. Estuvo tentado de comer algunas hierbas, pero no era su naturaleza. Sin esperanzas retomó el camino hacia su cueva cuando escuchó un ruido muy familiar. Eran pasos de humanos. Lo que menos se imaginaba en esa época del año. No era común que las personas anduvieran por el bosque en pleno invierno. Salió al camino mostrando sus desafilados dientes y lo que se encontró fue a una pequeña niña. De una de sus manos colgaba una canasta.

Al ver al Lobo, la niña se frenó de golpe. Por unos segundos dejó de respirar. Ella tampoco se esperaba encontrar un animal salvaje en el bosque en esa época. El Lobo empezó a olfatear e intentó un débil gruñido. La niña, que estaba vestida íntegramente de rojo, notó la desesperación del Lobo. Enseguida supo que el animal no estaba interesado en ella, sino en los pastelitos recién horneados que llevaba en su canasta.

Sin dudarlo, comenzó a llorisquear y manifestó estar perdida. ¡Mentiras! ¡Vulgares mentiras! Conocía el camino muy bien ya que lo recorría de dos a tres veces por semana. Se escapaba de su madre para estar sola en la casa que tiene su abuela en el bosque. A su madre le mentía diciendo que iba a hacerle compañía a la pobre anciana y llevarle algo de comida. Pero a decir verdad y, conociendo más de la vida de esta chica, no le importaba un carajo su abuela. Sólo la usaba para poder pasar los días consumiendo los brownies con marihuana que se cocinaba. De vez en cuando, y sólo por maldad, aunque ella se engañaba a sí creyendo que era por diversión, convidaba estas tortas a su abuela que, digamos bien, ya manifestaba sus buenos y viejos noventa y tres años. Verla a la vieja drogada era uno de los mayores placeres de esta Caperucita Roja.

Lo cierto es que, al ver al Lobo flaco y muerto de hambre, también lo engañó. Lo llevó, usando la canasta como cebo, hasta la casa de su abuela. Lo encerró en un galpón y lo alimentó durante varias semanas. Al final, y como era de esperar, el pobre Lobo se volvió dócil y fiel a la niña.

Cuando la Caperucita se dio cuenta de que ya estaba domesticado, comenzó a martirizarlo. Primero lo vistió con ropas de su abuela. Luego lo acostó en la cama de la vieja mientras ésta dormía la siesta en un sillón del living. Y por último, se puso a charlar con el Lobo como si de un humano se tratara. El inocente animal sólo movía la cola y bajabas las orejas. Pobre iluso. Creía que la niña estaba jugando con él. Pero no. La dulce e inocente niña de rojo que nos hicieron creer los cuentos infantiles tenía todavía un plan siniestro.

Digamos cómo es la cosa: se lo quería comer. Sí. Se le pasó por la cabeza que nunca había probado carne de lobo y, cuando lo vio en el bosque, empezó a maquinar una estrategia para engullirlo. Como estaba tan flaco, lo alimentó. Bueno, si vamos a ser sinceros, lo que hizo fue engordarlo. Y cuando por fin el Lobo subió considerablemente de peso, la Caperucita concluyó que había llegado el momento indicado para comerlo.

A base de caricias y de un sedante logró hacer dormir al Lobo en la cama de su abuela. Luego salió corriendo hasta la caseta del Guardabosques y, otra vez con falsas lágrimas en los ojos y miedo fingido en su rostro, le imploró que la ayudara.

—¡Por favor! ¡Ayúdeme, señor! Un lobo se metió en la casa de mi abuelita y se la va a comer.

El Guardabosque tomó un hacha y salió corriendo. Cuando llegó a la casa de la abuelita de la Caperucita entró furioso y se dirigió a la habitación donde le había indicado la niña que estaba el Lobo.

Lo que pasó después ya todos lo sabemos. El Guardabosque asesinó al pobre Lobo y colorín colorado, esta triste historia se ha acabado.

Demás está decir, por agregar, que esa noche la Caperucita y el Guardabosques hicieron un asado con el Lobo. De postre se comieron unos brownies con marihuana y al final de la velada, terminaron muy juntos a la luz de la luna que, como una burla del destino, esa noche estaba llena.

Este cuento pertenece al libro El momento RANDOM, publicado en el año 2021.

Mis otros libros

La soledad del alma

Pila Gonzalez

Creador de contenidos
Me gusta lo simple. Juntarme a comer y tener una buena charla con mis amigos, salir a correr, sentarme a leer en un parque, escribir en cuadernos, recorrer lugares caminando. Enamorado de los Balcanes, me autodenomino un catador de cafeterías por el mundo.
Más sobre mí

Otros textos que te pueden interesar

Los machos también lloran

Bueno, Tronco. Acá estoy. Tirando para no aflojar. La llevo como puedo, ¿viste? La saqué barata con el Pirata el otro día. Igual nos dimos de lo lindo. Yo alguna dentellada le metí al vago. No se la llevó de arriba. ¡No!, si las mañas no las perdí todavía. Que...

Leer más
wood, old, door-3345661.jpg

En el ahora

Teníamos una duda algorítmica que la terminamos resolviendo con un beso. Nada de preguntas ni silencios incómodos. Sólo bastaron unas gotas de vino casero, una luna llena detrás de unos edificios y una mirada que lo traía todo.   Empezamos a conocernos en la terraza de un hostel perdido en...

Leer más
milky way, stars, man-1023340.jpg

Yo y el Universo

Hay veces que quisiera abarcar más de lo que podría. Recorrer cada camino del mundo. Cada rincón. Leer todos los libros que existen, y recordar cada centímetro de mi vida. Los buenos y los malos.   Me encantaría fundirme en el universo. Ser él y yo. Juntos. Simétricos. Satisfacer todas...

Leer más

Soy

Soy este que ven y también soy aquel que fui. Soy, por supuesto, el qué dirán.   Soy paria. Soy inmigrante. Soy rebelde sin estandartes aparentes.   Soy argentino de nacimiento y antipatria por elección. Escéptico de fronteras.   Soy alto. Alérgico a las rutinas. Fui turista y me encanta...

Leer más
abandoned house, stairs, interior-6578755.jpg

Rotas cadenas

Oí el ruido del portazo del auto e inmediatamente miré el reloj. Ya era la hora. Estaban acá. No había escapatoria. Sabía que tarde o temprano me encontrarían. Llevo huyendo más de dos días sin rumbo ni sentido de la orientación. No sé dónde estoy y no sé dónde voy....

Leer más
station, tracks, train station-839208.jpg

El próximo andén

Esa palabra justa, una mirada en silencio, un te quiero robado, un beso sin porvenir.   Antes de la madrugada te espero pensando, leyendo esos surcos, tus marcas en la piel.   Soy un poeta maldito de glorias pasadas que surge de las cenizas de la imaginación.   Saldando deudas...

Leer más
trees, tree canopy, forest-5605176.jpg

Al otoño y a la primavera

Hoy que el otoño está muy cambiado. Hoy que me convierto en ese que no quiero ser. Hoy que me pregunto ¿qué estoy haciendo acá? Hoy que no ha parado de llover.   Hoy que me alimento de nuestras resacas. Hoy que hace frío en primavera. Hoy que duermo los...

Leer más
lost places, rooms, abandoned-2380404.jpg

Se termina Marzo

Se termina marzo y los primeros soles asoman. Las tardes se calientan. Los días crecen. Se prolongan en el horizonte.   Las mujeres salen a relucir sus mejores faldas. Muestran escotes, brazos, piernas. Sonríen. Están más bellas que nunca.   Ellos dejan entrever sus bíceps trabajados en la oscuridad. Sus...

Leer más
man, window, clouds-4321831.jpg

¿Por qué?

¿Por qué ya no pertenezco al tiempo que fui? ¿Por qué, cada día, me cuesta más amanecer? ¿Por qué ya no hay noches que me sorprendan, que me estremezcan? ¿Por qué ya no encuentro respuestas a los por qué?   ¿Por qué mi vida sigue un sin rumbo permanente? ¿Por...

Leer más
fan, air, cool-144499.jpg

Memorias de un viejo ventilador de pie

Hola. Soy un viejo ventilador de pie. No recuerdo bien cuando llegué a la familia González–Primo, pero debe hacer no menos de quince años. Sí. Soy de los viejitos. Ya sé que no puedo competir con los ventiladores sofisticados de hoy en día o contra los aires intergalácticos que vende...

Leer más

Ya no estamos para estos trotes

¡Ay Tronco querido! ¿No sabés cómo está todo en el barrio, mi viejo? La tensión se corta con un huesito pelado. Se viene el día del juicio contra El Pirata y la Matilde. Y, ¿qué querés que te diga? Estamos todos cagados. No sé por qué pero las patitas me...

Leer más
couple, love, outdoors-3798371.jpg

En tus brazos amantes

Puedo vivir recordando el destino. Puedo morir cada tanto, otra vez. Puedo charlar con tu sexto sentido. Puedo madurar al trigésimo mes.   Puedo soñar con tus ojos gigantes. Puedo dormir sin querer naufragar. Puedo esperar en tus brazos amantes. Puedo besarte y comenzar a llorar.   Puedo bailar en...

Leer más

¿Conectamos?

pilag6@gmail.com

Berlín, Alemania

    Dejá un comentario

    Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *