Una noche de mediados de abril, mientras esperaba el autobús a Praga, en una calle solitaria de la ciudad de Gießen en Alemania, me pasó algo simpático.
Hacía mucho pero mucho frío y yo me había resguardado en un hueco entre dos mamparas y techito. La espera era interminable con los cero grados de temperatura ambiente. Algunos borrachos pasaban a los gritos. Me miraban y se sorprendían. No sé si les llamaba la atención mi altura o mi sospechosa soledad en esa calle desierta y semi iluminada. Pero no me decían nada. Seguían su camino a los gritos hasta el próximo bar.
Nota 1: Los borrachos en Alemania son respetuosos con el turista cagado de frío esperando un colectivo a las 00:45 de la mañana.
De pronto se acercó una pareja de unos sesenta años. Él: pelo canoso, barriga pronunciada, nariz roja, campera deportiva. Ella: tímida, pelo negro, bufanda a juego con un tapado marrón gastado que le llegaba hasta las rodillas. Al verme, me preguntan algo en alemán, a lo que le respondí: Ich spreche kein Deutsch, como lo hice cada vez que me hablaban en ese idioma. El señor, que era ruso o ucraniano, (no le entendí muy bien si era ruso que quería viajar a Ucrania o ucraniano que quería viajar a Rusia) me preguntó en inglés si hablaba inglés. Le dije que algo entendía. Entonces sacó de su bolso un papel queriendo averiguar si yo sabía dónde paraba su colectivo. Le dije que no tenía ni puta idea.
Siguiendo con la improvisada charla me preguntó de donde era.
—¿Yo?, Argentino.
—¡Ah! ¡Fidel Castro! ¡Español! -me dijo.
Nota 2: A los ex soviéticos la Perestroika también les racionó la Geografía.
Acto seguido se puso a tararear el bolero “Bésame Mucho”, mientras arrastraba a su mujer por la vereda fría creyendo que estaban bailando el “Tango a lo Maradona”.
No les dije nada. Ni que esa canción no era un tango, ni que Maradona se haya destacado justamente por bailar tangos. Los dejé improvisar bajo la noche cerrada.
Llegó mi autobús y me tuve que ir. Por la ventanilla vi que me saludaban como si fueran unos familiares que habían venido a despedirme, mientras seguían bailando el “Tango, Bésame mucho”, ahora no tanto por mí, sino para olvidarse del frío, del comunismo y del largo viaje que tenían por delante hasta Ucrania… o a Rusia. Vaya uno a saber.
Este cuento pertenece al libro El momento RANDOM, publicado en el año 2021.
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Pila Gonzalez
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