A pesar de las incontables cicatrices
que tengo por todas las aristas del corazón,
sigo creyendo en el amor.
Apostándolo todo.
No guardándome nada.
Siempre a ganador.
Llámame ingenuo.
Nunca cobarde.
Llámame loco.
Nunca cobarde.
Con cada romance,
con cada nueva luz,
nace una esperanza renovada.
Imperceptible para los de afuera.
Incontenible para los de adentro.
Energía que curas las heridas.
Llámame soñador.
Nunca cobarde.
Llámame irreal.
Nunca cobarde.
Con la mirada puesta en el presente
y el miedo bien escondido en un cajón
Sigo creyendo en el amor
Sonriéndole a la vida.
Haciendo pactos con mi pasado.
Permitiéndome ser.
Llámame idealista.
Nunca cobarde.
Llámame crédulo.
Nunca cobarde.
Nunca, pero nunca,
cobarde…
Este poema pertenece al libro Ciclotimia, publicado en el año 2019.
Mis otros libros
Pila Gonzalez
Creador de contenidosOtros textos que te pueden interesar
Mi cuerpo
Me desperté muy temprano en la madrugada. Todavía estaba oscuro. Afuera llovía muy fuerte y las gotas golpeaban la ventana de manera violenta. Algo se sentía diferente. Me sentía muy cansado. Liviano. Al mirar sobre mi cama lo pude comprobar. Es que mi cuerpo seguía ahí. Este cuento pertenece...
Leer másLa inconclusa levedad de ser
Existen en el mundo millones de historias de amor incompletas por diferentes motivos; olvidos de comunicar la separación por parte de alguno de los involucrados, muertes prematuras de uno de los enamorados o porque al cartero del pueblo se le pierde la carta que contenía la sentencia final de un...
Leer másLa cuchita tiene códigos
¿Sabés como soy yo, Tronco? Vos me conocés bien. Soy una chispita. Me das media manija y te me voy al humo. Pero con el Pirata es distinto, ¿viste? Uno no se lo puede tomar a la ligera al vago. Tiene calle. Tiene barrio y me saca como tres cabezas....
Leer másLa moda de los cementerios
El pueblo de San Juan de los Arroyos se preparaba para recibir un nuevo domingo. Las viudas, los huérfanos de padres y deudos de familiares fallecidos, se daban cita en el cementerio local. Largas filas de coches, autobuses y personas de a pie se iban acumulando en las cercanías de...
Leer másUna carmelita descalza
Y así estamos, Tronquito querido. Seguimos en la lucha, hermano. No te voy a negar que las cosas cambiaron desde que llegó la Doña Coquita, pero en lo que respecta a la Lolita, todo igual, viejo. Histeriqueos de adolescentes. ¡Ah! No. Pará. Antes que me olvide. ¿A qué no sabes...
Leer másLa niña del alfabeto
A Beatriz Reinante y Yami Hernandez Érase una vez una niña de unos tres años de edad. Digo unos tres, porque nunca fui bueno para calcular las edades de las personas y menos de los nenes. Parecen todos iguales. Esta criatura era hija de una profesora de educación física. Junto...
Leer másCristo es la respuesta
Cristo es la respuesta, reza el eslogan de una de esas iglesias de la Nueva Era ubicada en una avenida de mi ciudad. Así, sin más. Con letras corpóreas negras vistosas sobre fondo pastel. Pero esa aparente y simple frase en la fachada, de una vieja casa devenida en templo...
Leer másSe pudrió todo
¡Se pudre todo, Tronco! Se pudre todo y me importa una mierda la Coquita, el Pirata, el juicio y la puta que lo re mil parió. No, viejo. Así no. Ahora sí que me van a conocer. Quién es el Manchitas enojado. Hasta acá me la banqué como un campeón,...
Leer másExperto en amores imposibles
Soy cautivo de labios traicioneros, experto en amores imposibles, suicida de romances verdaderos, resuelto en pasiones discutibles. Soy torpe para grandes ilusiones, idóneo en fracasos del corazón, vagabundo de falsas ambiciones, débil para cuestiones sin solución. Soy traidor de mis sueños más valientes, leyenda en las noches desveladas,...
Leer másEl otoño en Alejandría
Una tarde como muchas otras, volvía yo de la escuela camino hacia mi casa. Podría haber sido 14 de febrero para los románticos de turno, pero me da pena decirles que era otoño, ya que las hojas habían empezado a caer con mayor esmero y, como sabemos, en mi pueblo,...
Leer másEl último latido
La algarabía reinaba en el recinto. Los comensales de la fiesta se dispersaban ordenadamente por el salón. La Muerte los miraba de reojo. Ninguno siquiera sospechaba de tal maligna presencia, o eso ella creía. No la podían ver y no la podían sentir, esto era seguro. Ella se paseaba entre...
Leer másAhora sí que estamos fritos
¡Ay, Tronco querido! Mi viejo amigo. No tenés ni la más puta idea de lo que acaba de ocurrir. ¡Ay, mamita santa! Estoy con las patitas temblando. El quilombo que se armó con ese juicio al Pirata. No sabés. Que barbaridad, che. ¡Qué cosa de locos! Yo no se bien...
Leer más