Se termina marzo
y los primeros soles asoman.
Las tardes se calientan.
Los días crecen.
Se prolongan en el horizonte.
Las mujeres salen a relucir
sus mejores faldas.
Muestran escotes,
brazos, piernas.
Sonríen.
Están más bellas que nunca.
Ellos dejan entrever sus bíceps
trabajados en la oscuridad.
Sus pantorrillas pálidas.
También sonríen.
Están más guapos que nunca.
Las flores se desfloran.
Dibujan jardines.
Los adolescentes ya no se esconden.
El buen humor lo inunda todo.
Los campos respiran.
Lo peor ya pasó.
Sobrevivieron uno más.
Ahora se disfruta.
Tierra fértil.
Hierba bien verde.
Rocío agradable.
Se preparan para la temporada.
Abren otra vez sus locales.
Aparecen las primeras sombrillas.
Adiós estufas.
Gracias por todo.
Nos vemos después.
Se termina marzo
y las aves regresan a poblar la ciudad.
Cielo más colorido.
Ropas menos apretadas.
Noches fugaces.
Esperanzas de arenas.
Evidentemente,
no estoy donde nací.
Este poema pertenece al libro Ciclotimia, publicado en el año 2019.
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Pila Gonzalez
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