Hola. Soy un viejo ventilador de pie. No recuerdo bien cuando llegué a la familia González–Primo, pero debe hacer no menos de quince años. Sí. Soy de los viejitos. Ya sé que no puedo competir con los ventiladores sofisticados de hoy en día o contra los aires intergalácticos que vende Naldo, pero todavía me la banco bastante. Debe ser porque no tengo tantas horas de uso. ¡Si la mayor parte de mi vida, en esta casa, me la pasé guardado en la oscuridad de un ropero!
Aunque tuve temporadas buenas. De eso no me puedo quejar. Cuando todavía vivía la Gordi, la madre de los chicos, le dábamos duro y parejo. Me la pasaba casi todas las noches de verano a su servicio. ¡Qué épocas aquellas! Yo también la extraño mucho a la Gordi porque era de las pocas, por no decir la única, que me sabía valorar. Los pibes son ciclotímicos y por mucho tiempo usaron esos pedorros ventiladores de techo que tienen por toda la casa que, en vez de refrescarte, remueven el calor por todos lados.
Aunque tengo que reconocer que el más chico me dio su buen uso cuando me llevó a vivir con él en la casa que había alquilado con su ex. Esos dos veranos que pasamos juntos tuve lindo trabajo. No me quejo. Al contrario. Si a mí lo que me gusta es girar, girar y enfriar a mis amos, por así decirlo. Me acuerdo de que hasta la perra estaba contenta conmigo que no me ladraba. Al que tenía loco era al secador de pelos. Pero conmigo, éramos grande amigos.
Después de eso volví otra vez al encierro, al exilio en el ropero. Varios veranos me los comí en la sombra. Hasta que uno de los ventiladores pedorros del living se rompió y ahí, el mayor, se acordó de mí. Me rescató y ahora estoy como uno más en un rincón estratégico del departamento. Estas fiestas que pasaron me usaron bastante. El pendejo me prendía algunas noches o cuando volvía de trabajar al mediodía o cuando salía de bañarse. Fue duro el verano pasado y ahí estaba yo para solucionar sus problemas climáticos. No les voy a decir que fue mi mejor temporada porque les estaría mintiendo, pero por lo menos, cada tanto, me ponían a laburar. A hacer lo que me gusta.
Si bien ya estoy grande y es momento de empezar a fallar, pero aquí me ven, sigo tan robusto como el primer día. Con mis casi dos metros de altura, mis paletas azules y con mis tres niveles de intensidad —el más rápido no lo aguanta ninguno porque es como si pasara un huracán por este departamento, se empieza a volar todo y me cambian enseguida a mínimo, que también es re cojudo.
Y bueno. Yo por lo pronto, sigo al pie del cañón para cuando me necesiten. A pesar de mi edad, me siento muy bien. Todavía tengo cuerda para rato, para unos cuantos años más de rosca. No. Si no se van a deshacer fácil de mí. Soy un toro de los ventiladores.
Ahí lo veo al chiquito que está en la mesa escribiendo. Cada tanto me mira. Se debe estar cagando de calor, así que me parce que voy a tener acción. Está pesado el ambiente y no creo que aguante mucho más. Además, se clavó un café y veo como sus poros están pidiendo a gritos aire frío. Y es en ese momento cuando entro yo en escena.
Permiso. Es hora de trabajar.
(Seguro que el gallina me pone otra vez en mínimo)
Este cuento pertenece al libro El momento RANDOM, publicado en el año 2021.
Mis otros libros
Pila Gonzalez
Creador de contenidosOtros textos que te pueden interesar
El julepe de andar solo
Bueno, Tronco. Como te iba contando ayer antes de que me cagara. Cuando los grillos del bosque me sacaron carpiendo anduve deambulando sin saber para donde disparar entre los bosques. No te imaginas el julepe que tenía. Estaba todo oscuro, había muchos sonidos extraños, sombras que se me aparecían mientras...
Leer másLa última oportunidad
Corría el mes de las elecciones cuando Héctor sintió esa sensación de cosquillas en la panza. Hacía mucho tiempo que no le pasaba algo semejante. La esperanza de un futuro mejor se avecinaba. Era el momento más ansiado de su vida, aunque él imaginaba que vendría algo mucho mejor. Tenía...
Leer másEl gol que más fuerte grité
Para ponerlos en contexto, les digo que soy un apasionado del fútbol. Nací a finales del año 1983, empecé a consumir este deporte a mediados de los 90 y soy muy fanático del Club Atlético River Plate de Argentina. El glorioso River Plate. Ahora, ¿qué pensarían si les digo que...
Leer másAl otoño y a la primavera
Hoy que el otoño está muy cambiado. Hoy que me convierto en ese que no quiero ser. Hoy que me pregunto ¿qué estoy haciendo acá? Hoy que no ha parado de llover. Hoy que me alimento de nuestras resacas. Hoy que hace frío en primavera. Hoy que duermo los...
Leer másHay Dioses para tirar para arriba
Hay dioses para tirar para arriba, escribió Martín Caparrós en una de sus columnas en el Diario El País de España, y la oración —en el sentido gramatical de la palabra— me quedó resonando en los oídos de mi alma no creyente. Así, sin más, me fui a buscar en Google —el Dios de Internet— y...
Leer másEl amor a veces duele
¿Sabés, Tronco? Estuve con el Perico y me invitó a que me vaya un fin de semana de estos a los campos con él. Me habló de acampar cerca de la laguna, de pescar, de corretear libres por el bosque, de hacernos un tratamiento de barro para el pelaje y...
Leer másDon Pedrín es mi pueblo
Rincón donde se inspiran los poetas, cantina donde el tiempo se detiene, bodega donde el teatro se entretiene, espacio de nostalgias y profetas. Parador de escritores y viajantes, refugio de bohemios y extranjeros, residencia de tanos y tangueros, escondite de actores y de amantes. Su comida, el servicio,...
Leer másUn final premeditado 2
Está decidido. Lo mato y después me mato yo. No hay vuelta atrás. No tengo otra alternativa. Ya sufrí demasiado y él también por mi culpa. No soporto vivir en un mundo en donde la lástima que sienten las personas por mí es tan humillante como las escenas que hago...
Leer másInstrucciones para respirar
Es importante que se encuentre vivo. Caso contrario, no lo intente porque de todas formas no lo logrará. Para verificar su existencia intente respirar; si puede, está vivo; si no, sería en vano continuar leyendo estas instrucciones ya que, al fin de cuentas, ni podría respirar ni podría leer. Ahora,...
Leer másDecisiones equivocadas
Muchas noches acude tu nombre a mis labios y te susurro en la penumbra, tratando de recordar cómo era tu figura que tan bien conociera en aquel tiempo en el que éramos dos rebeldes sin prisas buscando un instante de amor fugaz que nos quitara el tedio de la vida....
Leer más