Ya no estamos para estos trotes

¡Ay Tronco querido! ¿No sabés cómo está todo en el barrio, mi viejo? La tensión se corta con un huesito pelado. Se viene el día del juicio contra El Pirata y la Matilde. Y, ¿qué querés que te diga? Estamos todos cagados. No sé por qué pero las patitas me tiemblan todas y la mandíbula es una castaña. Estoy para tocar en ese grupo de perros cubano Buena Vista Canes Club, o algo así. ¡Ay mamita!

Yo entiendo que la Doña Coquita lo tiene todo controlado, pero hay un rumor de que los galgos esos con los que se apareció el Pirata la otra vez, ¿te acordás?, esos que la Doña Coquita fajó y se fueron cagando. Bueno, andan diciendo que se van a aparecer el día del juicio con una banda que armaron en busca de venganza. Por eso estamos todo que nos hacemos encima. ¡¿Qué vamos a hacer, Tronco querido?! ¿Si se aparecen estos flacos sarnosos, qué hacemos? Vamos a tener que saltar todos a defender a la Doña. Es nuestro deber. Y vos sabes que yo estoy viejo para estos trotes. De joven era una flecha y me agarraba con el que vengan por cualquier cosa, pero ya no soy el mismo, loco. Ando falto de reflejos, de tiempo y estos vagos son rapidísimos y sanguinarios. Además no tienen códigos y van a ir a matar o morir.

¡Ay mi Dios! Si por lo menos estarían con nosotros vos y el Capitán. Eso sería otra cosa. Los tres mosqueperros. Ahí sí que me paró de patas con quien venga. Lomo con lomo, más la Doña Coquita no nos hace frente nadie.

¡Te acordás, Tronco, hace como unos siete años, cuando andábamos todos alzados con esa callejera del barrio de los edificios? Sí, te tenés que acordar. Una cruza con pastor alemán de pelo duro. Dale. No te hagas el boludo que vos un par de veces le diste para que tenga y guarde. Fue antes de que conocieras a la Panchita. No te hagas el sota. Bueno, ¿te acordás que un día la seguimos los dos hasta una casa abandonada, y cuando llegamos estaban dos perros callejeros sarnosos cruza con cualquier cosa y se nos hicieron los malos?

—Rajen de acá si no la quieren pasar mal —me acuerdo que dijo uno.

Y vos que en esa época eras de pocas pulgas, te le fuiste al humo enseguida y le diste una paliza de aquellas. Eras bravo, Tronquito en tu juventud, mamita. Y yo para no ser menos me encaré con el otro y ahí sí que nos dimos de lo lindo. Me acuerdo que lo cacé del pescuezo y lo tiré al piso. No lo dejaba mover y me quería sacar con las patas. Pero yo estaba firme. Hasta creo que le arranqué un pedazo de oreja. Como gritaba el pobre. A nosotros se nos vinieron a hacer los malos esos dos pulgosos. ¿Podés creer? Vos le metiste tú súper dentallada asesina en el lomo que lo dejaste nocaut enseguida. Y mientras yo continuaba peleando con el otro, te la fuiste a garchar a esa callejera. Yo te miraba cuando podía, porque el vago se me había zafado y me había ganado la espalda. Pero pobre infeliz. Iluso de él. Le clavé una patita trasera en un ojo y casi se lo arrancó de una. Encima me estaba alzando al verte a vos con esa que le dabas para el campeonato. Quería terminar rápido la pelea pero éste no sé rendía. Al final me acuerdo que usé una técnica que era infalible en esa época. Cuando me encaró me agaché rápido y lo deje pasar por arriba, al tiempo que le mordía la garganta con todo. Ahí lo liquidé. Se retorcía del dolor y se fue rajando. Yo como un perro inglés, te esperé a que vos terminaras y, así como estaba lleno de sangre, todo transpirado, le di también a esa perra.

¡Qué épocas, hermano! Pero éramos jóvenes y estamos con toda la leche. Ahora no puedo ni con el Chuzito, mirá. Por eso me ando cagado. Yo sé que la Doña Coquita tiene un plan por si aparece esos galgos, pero igual. Nos vamos a tener que agarrar a las piña y eso me asusta. Bah. Estamos todos así en el barrio. El Chuzo que va y que viene de acá para allá con esa pura raza que se trajo como si no le preocupara la situación. Igual con ese para los bifes no vamos a poder contar. Con eso del amor y la paz no creo que se haya peleado nunca con nadie.

Y bueno, Tronco. Ya veremos qué sucede con todo esto. Yo por lo pronto me voy a trotar un rato para estar en forma y preparado para lo que sea el día del juicio. Me rajo, hermano. Nos estamos viendo, amigo.

Lo que se viene. Los que se viene, Tronquito. Uno dos. Uno dos. Uno dos.

Pila Gonzalez

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Me gusta lo simple. Juntarme a comer y tener una buena charla con mis amigos, salir a correr, sentarme a leer en un parque, escribir en cuadernos, recorrer lugares caminando. Enamorado de los Balcanes, me autodenomino un catador de cafeterías por el mundo.
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